Los Permisos que nos Negamos
Los Permisos que nos Negamos
Como hemos estado analizando en estas últimas dos entradas, desde pequeños empezamos a ser condicionados para ser de cierta forma, pero como daño colateral surge también en nosotros una estructura que se vuelve rígida y exigente, y esa parte es la que como una madre o padre castigador nos niega permisos si es que no nos los hemos ganado. Ese tema exploraremos en esta entrada.
![]() |
Como una madre o padre castigador nos niega permisos si es que no nos los hemos ganado. |
Resulta que al haber sido
condicionados por el ambiente para cumplir ciertas expectativas o estándares, se
nos premiaba cuando lográbamos alcanzar el primer lugar, sacar buenas notas,
recitar de memoria cierto texto, etc. a veces de forma material y otras con
reconocimiento, atención o mimos, que finalmente era en realidad lo que más
peso tenía, pero existía la contraparte, cuando no lo lográbamos y entonces no recibíamos
esa atención que tanto deseábamos o las muestras de afecto de nuestros padres;
por lo que el mensaje en realidad era “si logras X o Y cosas mereces cosas
buenas, atención o afecto, de lo contrario NO”.
![]() |
No recibíamos esa atención que tanto deseábamos o las muestras de afecto. |
Así que dentro de nosotros esa
estructura rígida de la que les hablé se formó así, sintiendo que si no somos
como “debemos de ser o hacemos lo que debemos hacer” no nos merecemos nada.
Vamos entonces por la vida negándonos desde cosas pequeñas como el tiempo para
sentarme tranquilamente por unos minutos a comer o la pausa para utilizar el
sanitario porque no hemos terminado el trabajo que “debimos haber terminado ya”
o porque yo mismo (a) me establecí un horario para realizar determinada
actividad y tampoco he terminado. Eso en el caso de las cosas pequeñas, pero
esto se generaliza a todo, nos negamos el descansar, si tenemos tiempo en
nuestro día tratamos de llenarlo de cualquier actividad para sentir que no es
que estemos descansando porque eso nos hace sentir culpables y esto no quiere
decir que no parezca que estamos allí sentados tal vez perdiendo el tiempo
desde fuera, pero resulta que nuestra mente no para, seguimos planeando,
organizando, pensando, etc. porque si de verdad paramos es cuando surge el
profundo sentimiento de culpa. Tampoco nos damos permiso de desacelerarnos,
vivimos con prisa y cuando podemos hacer las cosas con más calma no tomamos la
oportunidad, sino que seguimos a mil por hora y si estamos enfermos tampoco nos
permitimos al menos bajarle al ritmo, sino seguimos pidiéndole a un cuerpo
cansado que rinda como que si nada pasara.
![]() |
Porque no hemos terminado el trabajo que “debimos haber terminado ya”. |
Finalmente llega el momento del
colapso, o tenemos ese colapso de forma emocional explotando de una u otra manera
o de forma física, enfermando seriamente para que entonces no nos quede más que
detenernos, descansar, reflexionar y en el mejor de los casos cambiar. En otros
casos pues el cambio no se dará y el ciclo volverá a empezar hasta el nuevo
colapso. ¿Qué sentido tiene? Ninguno. Por qué no escoger vivir una vida en la
que me merezco mi propia atención y autocuidado porque soy, porque existo,
porque valgo y ese es suficiente motivo.
![]() |
Merezco mi propia atención y autocuidado porque soy. |
Comentarios
Publicar un comentario