Por Qué Sigo Aferrándome

 Por Qué Sigo Aferrándome

Escrito por M.A. Angela Méndez

Mucho del sufrimiento del ser humano surge a partir de la dificultad que siente para soltar o dejar ir, desde objetos hasta personas. De allí que acumulemos un sinfín de cosas que nunca vamos a usar, que usamos una única vez hace muchos años o que son inservibles, pero seguimos conservándolas y he allí que tenemos, en el mejor de los casos, un closet con todas estas cosas ocupando espacio y en el peor de los casos, una casa llena de cosas que solamente juntan polvo.


Mucho del sufrimiento del ser humano surge a partir de la dificultad que siente para soltar.

Al ser la situación anterior relacionada con objetos es más fácil de detectar, pero también nos aferramos a personas, a amistades que un momento fueron cercanas, pero con quiénes en la actualidad no tenemos nada en común; es más, en muchas ocasiones se han vuelto personas que nos restan en lugar de aportarnos. También lo hacemos con relaciones de pareja, nos quedamos en estas aunque en el fondo sabemos que ya no existe la conexión que en algún momento sentimos, que hoy en lugar de experimentar felicidad al ver a esta persona lo que sentimos es aburrimiento, hastío o incluso enojo. Y sin embargo allí seguimos, aferrados a cosas, trabajos, personas, pero ¿por qué lo hacemos?

También lo hacemos con relaciones de pareja.

Existen muchas razones por las que los seres humanos nos aferramos, puede ser por miedo, comodidad o para llenar vacíos. Exploremos en esta entrada el primero de los motivos…el miedo. Sentimos miedo a lo desconocido, como uno de los temores más primarios y arraigados en el ser humano; por lo tanto el dejar lo conocido nos asusta porque no tenemos certeza de qué sucederá; si el nuevo trabajo será mejor que el que estoy pensando dejar, si encontraré nuevas amistades o una nueva pareja con quien pueda conectar profundamente. Aquí además se une el pensamiento catastrófico que solemos tener al pensar en los peores escenarios, imaginarnos viejos y solos, sin nadie con quien hablar o con quien compartir; sin embargo, si existen millones de personas en el mundo ¿no será que solamente debo de poner un poco de mi parte para encontrar otras personas con las que pueda vincular?

Imaginarnos viejos y solos, sin nadie con quien hablar o con quien compartir.

Otro de los grandes temores es a tomar una decisión equivocada. Nos encontramos preguntándonos será que es la mejor decisión y entonces retrasamos el proceso, le damos mil vueltas para terminar llegando siempre a la misma respuesta, que ya no queremos esto o aquello, pero seguimos dudando y entonces preguntamos a otros y claro está que cada quien verá la situación con sus propios ojos y entonces nos dirá su propio punto de vista y aquí nos enredaremos más aún, volviendo al proceso de dar mil vueltas para finalmente seguir llegando a la misma respuesta. En este largo y tortuoso proceso, hemos perdido horas de sueño, vida, energía porque no estamos acostumbrados a escucharnos ¡si yo que soy la persona que vive la situación piensa y siente que ya no es, pues entonces ya no es, fin de la historia!

Le damos mil vueltas para terminar llegando siempre a la misma respuesta.

Finalmente está el temor al qué dirán, a la opinión de otros sobre nuestro actuar, sobre nuestras decisiones. Temor tan arraigado, que muchas personas dicen a mí eso no me importa, pero en el fondo aunque sea de una forma pequeña les importa. ¿Por qué nos importa esto? Muchas veces es un factor cultural que hemos aprendido desde niños (as), otras veces es por una profunda necesidad de aprobación; sin embargo sea por uno u otro motivo la realidad es que las personas siempre van a hablar u opinar, sin importar lo que hagamos; así que si este es un factor que te ha detenido, que te causa temor, te diría que si quieres vivir, tomes valor y lo enfrentes; quienes en realidad te conocen y te aman aceptarán tus decisiones, aunque pueda ser que no estén de acuerdo y no pasa nada. Los demás dirán lo que quieran sin importar cuánto te esfuerces por hacer las cosas de “la forma correcta”.

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