Sin expectativas
Sin Expectativas
Escrito por M.A. Angela Méndez
Durante esta secuencia de entradas he escrito sobre la relación con nosotros mismos que inevitablemente repercute en nuestra relación con los otros, y la semana pasada me enfoqué en la importancia de soltar las fachadas que nos impiden mostrarnos como somos; habiendo tocado este tema no podía terminar este bloque sin hablar sobre las expectativas.
Mientras que el problema de las fachadas radica en querer aparentar algo que creemos los demás quieren que sea, en el caso de las expectativas la cosa no es conmigo mismo (a) sino con las otras personas. Así que resulta que ando en un ciclo sin fin en donde espero que aquella persona haga, actúe, piense o sienta como a mí me gustaría o como yo lo haría, y qué termina pasando, pues que inevitablemente acabo decepcionado (a). El problema de este ciclo es que activamente le provoco malestar a las otras personas porque sienten que no pueden cumplir con mis expectativas, y cómo van a poder hacerlo si son seres diferentes de mí y no siendo esto suficientemente dañino, yo también termino lastimado (a) porque sufro, creo que no vale la pena esforzarse tanto en las relaciones de diversa índole, porque pienso que las personas en general son poco consideradas o las etiqueto de egoístas e incluso de malas. No hace falta decir el costo tan grande que tiene esto en mi vida porque finalmente dejo de creer en la capacidad de vincular bien y tomo una postura pesimista.
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La cosa no es conmigo mismo sino con las otras personas... |
Ahora comprenden por qué este tema está relacionado con el de las fachadas. Al yo estar todo el tiempo esperando, los otros en respuesta andan aparentando. Hasta aquí la cosa no pinta bien, ¿por qué hago esto? Y ¿cómo dejo de hacerlo? En el caso de la primera cuestión lo hacemos no con un mal propósito, ni siquiera estamos conscientes de qué tanto lo hacemos. Lo hacemos porque todos los seres humanos queremos sentirnos comprendidos, amados, compaginados con otras personas, porque queremos creer que existen esos seres que son como nosotros y sienten igual, queremos sentirnos parte de una relación profunda y significativa. Así que como ven las expectativas no vienen de un mal lugar, solamente son una distorsión de enfoque. En cuanto a cómo dejar de hacerlo, esta es la receta simple y mágica; en lugar de vivir en nuestra cabeza pensando en lo que me gustaría que el otro hiciera, puedo en algunas ocasiones, cuando sé que está en las posibilidades o habilidades de la otra persona, pedir lo que quiero abiertamente. Y el resto del tiempo necesito abrir los ojos y darme cuenta de todo lo que recibo a diario, aunque no sea de las formas en las que yo espero. Les pongo este ejemplo para que quede más claro, estoy esperando que mi mamá me exprese con palabras que me ama, pero resulta que a ella nunca le enseñaron a expresar sus emociones de esa forma así que es algo muy difícil para ella hacerlo; sin embargo todas las mañanas madruga conmigo, aunque no tenga que hacerlo, y me prepara el desayuno y algo para que me lleve de refacción al colegio o si soy adulto y trabajo, se toma la molestia de prepararme el almuerzo para que me lo lleve. ¿Acaso esta no es una expresión abierta de amor? Claro que lo es, pero en el lenguaje de la otra persona, como ella puede, no como yo quiero.
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"Necesito abrir los ojos y darme cuenta de todo lo que recibo a diario." |
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"Quiero invitarles a se SEAN, a que se muestren sin fachadas" |
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